Cátedra de San Pedro: fiesta que celebra el Papado como Cátedra infalible que se dirige al mundo

 

Plinio Correa de Oliveira

Cátedra de San Pedro:

fiesta que celebra el Papado como Cátedra infalible que se dirige al mundo

“Santo del día”,  22 de febrero de 1964

 

 

 

 

Sabéis que Pío IX, un gran Papa del que tenemos una reliquia indirecta —un trozo de su ataúd mortuorio— y cuyo proceso de canonización está ahora en marcha [fue beatificado por SS Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000], había un primer periodo de su gobierno considerado liberal. No es que hubiera defendido ningún error doctrinal del liberalismo en sus documentos, sino que tomó una serie de medidas consideradas liberales (*) .

 

De tal manera que en la Italia de entonces, pintoresca, provechosa y eficientemente dividida en pequeños reinos, principados y ciudades libres, que se inclinaba hacia la unificación, los independentistas que querían unificar Italia, dieron un grito revolucionario por las calles para llamar y atraer a una acción común a los anarquistas y ahijados de la secta Mazzini: “¡Viva Pio IX!”.

Este grito reclutó en las calles la flor fina de los lazzarones , los sinvergüenzas, los revolucionarios, la mafia, la camorra y todo lo que quisieron, en la lucha contra esos trollitos cuya desaparición hoy lamentamos.

En esta difícil situación, en la que un Papa se transformaba en símbolo de la Revolución, vivía el gran santo Don Bosco. En las escuelas de Don Bosco penetró también el grito “Viva Pío IX”. Y uno que otro de estos alumnos, que os podéis imaginar cómo eran, gritaba “Viva Pio IX” en medio del recreo. El grito de rebeldía.

Don Bosco tenía entonces una actitud, que era la siguiente: “¡No gritéis ‘Viva Pío IX’, gritad ‘Viva el Papa’!”. (**) Es la salida supremamente inteligente, porque “Viva o Papa” siempre debemos gritar. Este está en proceso de canonización de Don Bosco y no impidió en modo alguno que fuera canonizado ni que su obra fuera bendecida por la Providencia.

En la raíz de esto hay una distinción muy importante: la distinción entre el Papa y el papado; entre la persona del Papa, sujeta a las miserias humanas, sujeta también a los errores donde no se apoya en la infalibilidad, y, por otra parte, la institución, que es enteramente distinta de la persona. Y si es verdad que de vez en cuando la gente grita: “Viva Fulano de Tal” y a veces callan y a veces lloran, y siempre rezan, hay un clamor que siempre sube, y ese clamor es “ ¡Viva o Papa!”, ¡“Viva el Papado”!

La Cátedra de San Pedro

Es por eso que la fiesta que se celebrará hoy, la fiesta de la Cátedra de San Pedro, es una fiesta sumamente oportuna, porque celebra al Papa como maestro, celebra al Papado como teniendo una Cátedra infalible que se dirige a los mundo y que esto es realmente infalible. Y es por tanto la infalibilidad del Papa, por así decirlo, es la ortodoxia, aquello en lo que el Papado nunca yerra, que es el objeto de la celebración de hoy.

 

Sabemos que se conservó casi toda la estructura de la Cátedra de San Pedro, guardada en la Iglesia de San Pedro, en Roma. En el “Gloria” de Bernini hay una Cátedra hueca de bronce, que se abre de vez en cuando y contiene en su interior un taburete, que se considera que fue la silla de San Pedro.

La Fiesta de la Cátedra de San Pedro tiene en vista este objeto, pero tiene en vista, mucho más que ese objeto, el hecho de que Roma es la Cátedra de San Pedro, y el hecho de que Nuestro Señor Jesucristo le dio a San Pedro un Infalible Presidencia, y el hecho de que esta Presidencia gobierna la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Es, por tanto, este hecho el que hoy se celebra.

En la nave central de la basílica de San Pedro hay una imagen, negra, de material oscuro, que representa al Papa. Es San Pedro, llaves en mano, sentado en una silla y con el pie a la altura de los labios de los fieles. Y todos los peregrinos que van a Roma van allí y besan el pie de San Pedro. El resultado es que con el beso repetido mil veces, el pie de San Pedro se desgasta hasta. Creo que es el único ejemplo en la historia donde las gafas destruyen el bronce.

Y lo bonito es que el día de la fiesta del Papa —me parece que el día del cumpleaños del Papa, en todo caso el día de San Pedro— esa imagen está cubierta de ornamentos pontificios. Entonces tiene tiara, tiene de todo, va vestida como si fuera un Papa vivo, para indicar la magnífica y evidente solidaridad y continuidad que va desde San Pedro hasta el Papa de nuestros días.

¿Qué debemos hacer hoy? En espíritu, besa el pie de esta imagen. Es decir, en espíritu oscular el Papado, en espíritu oscular este principio de sabiduría, de infalibilidad de la autoridad que gobierna a la Iglesia Católica. Y, por medio de Nuestra Señora, dar gracias a Nuestro Señor Jesucristo por establecer la infalibilidad de esta Cátedra, que es propiamente el pilar del mundo; porque si no hubiera infalibilidad, el mundo estaría completamente perdido, la Iglesia destruida y con ella el mundo perdido. Y también el camino al cielo. Porque los hombres no encontrarían su camino al cielo si no hubiera una autoridad infalible para gobernar.

Sin embargo, una cosa que debemos recordar es lo siguiente: la fidelidad a la cátedra no debe confundirse del todo y desde todo punto de vista con la aceptación incondicional de lo que una persona hace. Nuestro Señor Jesucristo hace una distinción entre la silla y la persona. Aunque él es la cátedra y en él residen los poderes de la cátedra, no todo en él es cátedra, y no podemos imaginarnos la Iglesia como no hecha por Nuestro Señor Jesucristo. La Iglesia fue hecha por Nuestro Señor Jesucristo de tal manera que sea. (***)

¿Con la cátedra o con el profesor? Con la cátedra, hasta que muere, siempre advirtiendo que la cátedra nunca está fuera de la cátedra. Y que, por tanto, no se puede tener una fidelidad abstracta al papado, que no es una fidelidad concreta al Papa actual, en cuanto es infalible y tiene potestad para gobernar y gobernar la Iglesia católica.

LE BAISEMENT DES PIEDS DANS LA BASILIQUE DE SAINT-PIERRE A ROMA

HAUDEBOURT-LESCOT, Antoinette Cécile Hortense, 1er cuarto siglo XIX

Museo Nacional del Castillo de Fontainebleau.

 

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Amor sin límites por la Cátedra de San Pedro

Extractos del “Santo del día” del 17 de enero de 1966

Es por un diseño soberano de Dios que la ciudad de Roma fue elegida para ser la ciudad del Papa. Era una ciudad estratégica, donde se podía dar a conocer más ampliamente el beneficio de la salvación. De ahí la celebración de la Cátedra, que se trata de venerar. Situada en el centro neurálgico y de influencia del mundo, la Cátedra “inoculó” la regeneración católica, la fe verdadera, y difundió la Iglesia.

Cuando se habla de la Cátedra de San Pedro , se alude naturalmente al mueble que constituye esta silla. En la Iglesia de San Pedro hay una silla de bronce, realizada por Bernini. En su interior se encuentra el pequeño trono de madera que usó San Pedro en Roma, y ​​que aún se conserva para la veneración de los fieles.

Simbólicamente, la silla recuerda poder, institución, papado, pontificado. Recuerda la continuidad de esa institución mantenida por tantos hombres, tan diferentes, que la han ocupado. Acordaos del gobierno supremo de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, acordaos de la cabeza de la Iglesia. Si las vicisitudes humanas pueden hacerla brillar más o menos, o incluso envolverla en tinieblas, esta Cátedra es siempre la misma. Y el gobierno supremo de la Iglesia es su Cabeza, que sobre todo debe ser amada cuando se ama a la Iglesia.

Por tanto, nuestro amor a la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, que es un amor absolutamente ilimitado y por encima de todas las cosas de la tierra, debe recaer especialmente sobre el Papado y la Cátedra de San Pedro, cualquiera que sea su ocupante. Porque este es Pedro —a quien le fueron dadas las llaves de oro y de plata (símbolos del poder espiritual y temporal)— a quien nosotros, en espíritu, agitamos los pies, en expresión de homenaje y adhesión, porque en relación a la Cátedra de San Pedro, nuestro amor, nuestra obediencia y veneración no tienen absolutamente límites. Esto es lo que conviene subrayar especialmente de la Cátedra de San Pedro.

(Tomado de la Sección “Extractos” , de la revista “Catolicismo” Nº 710, Febrero 2010)

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