El 14 de febrero las parejas de enamorados tienen una cita con San Valentín, celebrado en todo el mundo occidental. En este día se intercambian millones de tarjetas con frases de amor, chocolatinas en forma de corazón y muchos otros regalos.
Pero, ¿quién era San Valentín? y ¿por qué se escogió como el patrón de los enamorados? ¿Dónde están sus reliquias? Es una cuestión bastante confusa porque de San Valentines hubo por los menos dos y reliquias de este santo hay muchísimas, en varios lugares del mundo, además de los restos del cuerpo entero de San Valentín, obispo de Terni (Italia).
La historia de los dos San Valentines se remite al siglo III y los encontramos entre Terni y Roma. Ambos mártires, el primero es posible que fuera un sacerdote romano martirizado bajo Claudio II “el Gótico” (263-273). Hay varias teorías y leyendas alrededor de este santo. Una de éstas dice que fue martirizado porque casaba a soldados romanos a escondidas. De hecho, según una ley romana, a los soldados les estaba prohibido casarse porque les distraía de su misión. Fue enterrado en la ladera de una colina en el paraje Parioli (Roma) donde más tarde fue erigida una iglesia dedicada a él.
El otro Valentín fue obispo de Interamna Nahars (hoy Terni). Fue invitado a Roma por Cratón, maestro de lengua griega y latina, para que predicara el evangelio. El emperador Claudio II quiso que renegara de su fe pero éste, en lugar de obedecer, intentó, a su vez, convertir al emperador, que lo encomendó a una familia noble. Pese a ello fue nuevamente apresado por el sucesor de Claudio, Aureliano. Fue decapitado el 14 de febrero de 273 y sus restos fueron llevados a Terni, donde aun se conservan y veneran. Según esta tradición, unió en matrimonio a una joven cristiana con un legionario romano. A este Valentín se le atribuyen milagros, como por ejemplo haber curado a la hija de Cratón, afectada por una grave deformidad física, o haber devuelto la vista a la hija de su guardián de prisión Asterius, además de lograr muchas conversiones. Por todo ello San Valentín es, actualmente, el santo patrón de Terni, donde se pueden visitar la basílica santuario, la urna con sus restos, el museo y el lugar donde inicialmente fue sepultado.
Hay otras teorías que sin embargo afirman que los dos Valentines son la misma persona, que probablemente el sacerdote romano nunca existió y que Valentín no era el santo al que fue dedicada la iglesia, sino el nombre de la persona que financió la construcción del templo.
La celebración de San Valentín fue instituida en el 496 por papa Gelasio I, unos dos siglos después de la muerte del santo. ¿Por qué? Porque el 14 de febrero es una fecha que coincidía con dos fiestas paganas que se celebraban a mediados de febrero, el 14 y el 15. El 15 de febrero, en las laderas del Capitolio y del Palatino (dos colinas romanas) se celebraban los ‘Lupercalia’ fiesta de la fertilidad, en honor al dios Luperco (el nombre deriva de lupus, animal que representa al dios Fauno, e hircus, macho cabrío, un animal impuro). Y el 14, la fiesta de ‘Juno Februata’.
Luperco era el dios de la fertilidad y de la agricultura, protector de los rebaños, de las cosechas y también era un dios cazador, especialmente de lobos. Los romanos creían que Luperco protegía a Roma de los lobos. En esta fiesta los ‘luperci’ (sacerdotes de este dios) hacían ritos de purificación sacrificando una cabra en la gruta de Luperco situada en la colina Palatino, donde los romanos creían que Rómulo y Remo fueron amamantados por la loba. Los ‘luperci’, a continuación, corrían por la ciudad con una februa, una suerte de látigo hecho con la piel de la cabra sacrificada, fustigando manos y espalda de cualquier mujer que encontrasen en el camino y que estuviesen dispuestas a participar en la ceremonia, porque se creía que estos latigazos las purificaban, garantizando al mismo tiempo fecundidad y un parto fácil. Febrero deriva de ‘februatio’, “acto de purificación”.
La fiesta de ‘Juno Februata’ se celebraba, como hemos comentado con anterioridad, el 14 de febrero. ‘Juno Februata’ era la diosa de la ‘febris’ (fiebre del amor), de las mujeres y del matrimonio. En aquél día se escribían unos papelitos, poniendo en cada uno de éstos el nombre de una joven. Luego cada muchacho sacaba uno, a suertes. Las parejas así formadas por el azar debían vivir en intimidad durante un año.
En el siglo V estos ritos paganos continuaban siendo practicados. Por este motivo, como también en muchas otras ocasiones, la Iglesia los sustituyó con fiestas cristianas. En este caso era necesario ‘sublimar’ estas dos celebraciones, consideradas licenciosas. Y allí tenemos a Valentín, un santo ‘ad hoc’, martirizado justo en esa fecha…
Las leyendas que relacionan a San Valentín con el amor y los enamorados empezaron a difundirse en la Edad Media, sobre todo en Francia e Inglaterra. Una de estas leyendas dice que es la fiesta de los enamorados porque a mediados de febrero los pájaros empiezan a emparejarse.
Pero el aspecto comercial, que explota al romántico, empieza en los primeros años del siglo XIX, cuando una imprenta de Londres produce tarjetas ilustradas para uso de los enamorados, que tuvieron mucho éxito. Después de unos pocas décadas se propusieron tarjetas decoradas con encajes y hasta con bolsitas de esencias perfumadas, vendidas en Londres, Paris y Nueva York. Y así empezó el ‘business’ que todos conocemos.
La celebración de este santo fue suprimida del calendario litúrgico en 1969 por el Concilio Vaticano II, aunque la tradición ya había entrado en la sociedad de consumo. Aun hoy San Valentín vuelve puntualmente cada 14 de febrero, día en el que los enamorados se acuerdan de que no basta con querer, sino que también hay que decirlo. Y, en aras de la verdad, y a pesar del aspecto consumista, creo que siempre es bueno que se hable de amor.
…. y muchas más.
Fuente: Sistema integral digital