San Pedro Damián

 

                  Legionario, 18 de febrero de 1940, N. 388, pág. 4

 

Plinio Correa de Oliveira

San Pedro Damián

 

 

 

San Pedro Damião (1007 + 22-2-1072). Su fiesta litúrgica se celebra actualmente el 21 de febrero.

 

El mundo pagano antes de Cristo fue evangelizado por doce Apóstoles, quienes, en poco tiempo, transformaron la faz de la tierra, civilizándola y haciendo brotar la maravilla de la Edad Media.

El demonio, sin embargo, no tolera estos florecimientos del catolicismo, y hace todo lo posible por distorsionarlos, porque no puede sofocarlos del todo, como es su deseo.

Por lo tanto, introduce en los católicos vicios con apariencia de virtudes, y echa el orgullo en los hombres, de modo que incluso las obras santas que practican estén manchadas por el pecado.

Y, si los católicos no toman precauciones, su fe se debilita gradualmente y, llevados por la autoindulgencia, siguen las máximas del mundo, olvidando las enseñanzas de la Iglesia.

Nuestro Señor, sin embargo, suscita siempre nuevos apóstoles que, con la predicación y el ejemplo, nos hagan volver a las enseñanzas de los Evangelios, perfilando los vicios, combatiendo vigorosamente el error y sosteniendo la primacía y la belleza de la doctrina católica.

Ya en plena Edad Media, que debía mantener más viva la fe de los Apóstoles, la Iglesia se encontraba en una penosa situación, bien por la pretensión de los Príncipes, que, olvidando su calidad de católicos, pretendían imponer a la La Santa Sede vende nombramientos eclesiásticos a cambio de dinero o de conveniencia política, o del nefasto vicio de la simonía.

Aparece entonces en la Iglesia Católica la figura incomparable de San Pedro Damião, quien se opuso con todas sus fuerzas a este estado de cosas.

San Pedro Damião se había hecho monje, a los 28 años, en la ermita de Fonte Avellana, y su humildad era tal que hizo falta la amenaza de excomunión para que se decidiera a aceptar la púrpura.

Con la muerte del Superior de Fonte Avellana, São Pedro fue nombrado su sucesor, habiendo logrado en el desempeño de esta misión reformar el convento, llevándolo a los tiempos dorados de la ermita.

Su amor por Dios no podía dejarlo indiferente ante estas calamidades que asolaban a la Iglesia Católica. Luchó con el Papa para iniciar una gran campaña contra estos abusos, llegando incluso a escribir dos monografías sobre el tema.

Esta actividad suya, naturalmente, le hizo muchos enemigos incluso dentro de la Iglesia. Sin embargo, el Papa aprobó plenamente su campaña, nombrándolo Cardenal-Obispo de Ostia y por tanto Decano del Sagrado Colegio.

San Pedro Damián, hábil diplomático y seguro de la justicia de su causa, luchó enérgicamente contra la injerencia de los reyes en la elección del sucesor de Nicolás II (Papa).

A la edad de 62 años, y ya merecedor de descanso, fue enviado al Reichstag, como delegado pontificio, protestando allí con vehemencia contra el proyecto de Enrique IV de divorciarse de su legítima esposa.

Finalmente, la Santa Sede respondió a las reiteradas peticiones de exoneración de San Pedro Damião, que a los 63 años se dirigió a Fonte Avellana en busca de un legítimo descanso, muriendo en Faenza.

Necesitamos Santos como San Pedro Damián hoy más que nunca. Necesitamos hombres que imiten realmente a Nuestro Señor Jesucristo, para poder predicar el catolicismo al mundo paganizado de hoy.

El vicio se extendió de tal manera que ni los mismos católicos ven en él la insolencia del pecado, pactando con él muchas veces, considerándolo natural.

En todas partes se ve el pecado abiertamente, libre de la vergüenza que causaba en quienes lo practicaban. Se jactan de pecar, y los católicos, cómodamente, se avergüenzan de proclamar la virtud.

Por eso es necesario que hombres como San Pedro Damián se multipliquen para traer de nuevo al mundo la luz del Evangelio, sacándolo del caos y del lodo en que se ha hundido.

Urna con los restos de San Pedro Damián en la catedral de Faenza. Los huesos de la cara y las manos están cubiertos de plata.

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