Extracto de una conversación durante el té, el 3 de octubre de 1989 (*)
¿Qué es la caballerosidad, precisamente?
¿Es sólo el coraje durante la batalla? ¿O es algo más allá de eso?
El espíritu de caballería es antes de todo una forma de ser, una mentalidad que se manifiesta principalmente en el combate, pero también durante toda la vida y en la actitud de un hombre… en todo.
¿Por qué un hombre es considerado un perfecto caballero en un salón y un caballero en el campo de batalla?
Cuando uno quiere decir que un hombre tiene una piedad propia de un caballero, uno entiende un cierto tipo de piedad en lugar de otro.
El espíritu de la caballería es un espíritu de lógica, de coherencia, de fuerza de alma por la cual el hombre tiene una noción exacta de su dignidad. Su dignidad de hombre y de su dignidad como católico. Su dignidad como teniendo en la escala de valores humanos una cierta situación que tiene que hacer respetar.
Ahora, lo propio del espíritu de caballería es lo siguiente. Este orden jerárquico, este orden de valentía, de una buena adecuación de las cosas, el caballero lo ama, ama de un modo combativo. De modo que no soporta cualquier forma de violación de este orden, sin que esté dispuesto a intervenir con la fuerza y a ”poner los puntos sobre las íes”. Pero esto de acuerdo al sentido común, de acuerdo al sentido correcto de las cosas.
Por esto, el hombre es un caballero en el salón cuando se comporta con amabilidad pero con distinción, haciendo entender que con él no se juega. El caballero es serio, el caballero no es juguetón. Habitualmente es serio, es amable, pero no bromea y con él no se juega. Y la gente comprende que tiene que ser respetado. No quiere ser respetado más de lo que vale y no quiere ser respetado menos de lo que vale. Él tiene el ojo vigilante sobre esta línea de respeto, y el pie que la transgreda… Aunque sea una señora, sabrá hacerle una reverencia y después decir lo que tiene que decir…
Pero estas son actitudes que indican mucha profundidad de alma, porque el alma para entender bien todo esto y proceder de esta manera tiene que ser muy profunda. Muy profunda no significa necesariamente muy inteligente, el caballero no es necesariamente un filósofo, pero tiene una visión clara y profunda de las cosas, por lo que se da cuenta de que esto es así, entonces la consecuencia es tal, la consecuencia es esa otra. Es muy lógico, muy coherente y muy fuerte. No tiene miedo de las consecuencias. Saca todas las consecuencias para sí mismo y para los demás, a toda costa, y en cualquier caso. Y por esto el caballero ama la sublimidad. Le gusta pensar y pensar en las cosas que ve en su aspecto más elevado, prefiere las cosas serias, elevadas y nobles a las cosas ordinarias, comunes y sin importancia. Y colocado, por ejemplo, ante un gran monumento, trata de comprender la sublimidad de ese monumento. Situado frente a la torre de una iglesia, busca la sublimidad de esa torre. Situado frente a una armadura medieval, trata de ver la sublimidad de esa armadura, porque toda su alma está vuelta hacia la adoración y, por lo tanto, vuelta hacia el gusto de todo lo que es elevado, sublime, y al desprecio de todo lo que es banal, lugar común y que no tiene importancia real. Estos son algunos trazos del alma del caballero.
Estos trazos justifican su valentía. Porque un hombre sólo tiene el coraje de sacrificar su vida en el primer lance… y a veces no es sacrificar la vida, ¿eh? Es quedar, por ejemplo, inválido el resto de su vida, etc. Sólo tiene el coraje para hacer esto en el primer lance si comprende bien el alto fin para el cual está actuando y es capaz de un amor continuo y eficiente hacia ese fin. Si no tiene esto, no será valiente en el momento del combate.
(*) Traduccion y difusión por Acción Familia (Santiago de Chile).