El catolicismo sudamericano es conocido principalmente por haber adoptado teorías un tanto singulares. En efecto, es difícil no pensar en la Teología de la Liberación, que pretendía combinar El Capital de Marx con el Evangelio, o su versión atenuada, la Teología del Pueblo.
El mundo latinoamericano, sin embargo, también produjo el mayor movimiento contrarrevolucionario del siglo XX, las empresas TFP (Tradición, Familia y Propiedad), fundadas por el gran pensador Plinio Correa de Oliveira, definidas por Roberto de Mattei el Cruzado de la siglo XX, en un volumen biográfico.
Plinio nació en Brasil, en el seno de una familia de origen aristocrático, en 1908. Desde muy joven comenzó a servir en la Acción Católica y, a los 24 años, se convirtió en el diputado más votado de la Asamblea Constituyente en la lista de los Liga Católica Electoral. De posiciones tradicionalistas, inició su militancia “inconformista” en 1940, cuando siendo presidente de la Acción Católica de San Paolo escribió un Panfleto titulado “En defensa de la Acción Católica”, en el que denunciaba la deriva progresista del movimiento, que ahora se ha vuelto modernista, socialista y laicista, tanto que la autoridad de los obispos fue abiertamente disminuida.
La acción política y la producción de estos escritos tuvo un gran impacto en la sociedad brasileña y fue el primer acto de resistencia al deslizamiento definitivo del país hacia el caótico escenario propio del socialismo sudamericano.
Durante su acción, Plinio Correa de Oliveira ha producido miles de escritos y discursos, tratando todos los aspectos de la sociedad moderna y brindando una interpretación tradicional de los fenómenos y costumbres políticas. Advirtió sobre los mitos modernos y las derivas morales, trató de organizar un frente tradicional en el Concilio Vaticano II y fundó numerosas TFP en todo el mundo occidental como puestos de avanzada de la Fe.
La visión metahistórica de Correa de Oliveira se explica en su obra maestra, “Revolución y Contrarrevolución” , publicada en 1959, donde se analizan las fases de la caída de Occidente. Se describen cuatro momentos. La caída religiosa en la Reforma protestante, la caída política en la Revolución Francesa, la caída socioeconómica en la Revolución Comunista y la última fase, en el derrumbe de las costumbres y la moral. Posteriormente se implementará esta visión, cuando efectivamente en el ’68 se derrumbarán todas las referencias éticas. La Contrarrevolución es, por tanto, la lucha por restaurar el cristianismo, derrotando falsos mitos
como el igualitarismo y restaurando una sociedad jerárquica perfecta.
El rasgo distintivo del pensamiento de Plinio es el sentido del honor. “El honor es para la TFP como la pobreza para los franciscanos y la obediencia para los jesuitas. Somos de la escuela de honor. A la luz del honor se nos iluminan todas las virtudes. Sin honor, ninguna virtud tiene luz para nosotros. (…) En la lucha de la Contrarrevolución contra la Revolución, vemos la lucha del honor contra el deshonor” . Y el honor solo puede existir en una vida justa, basada en los valores del Evangelio, en una sociedad que ve el deshonor como una jactancia.
