Seria lícito e hábil a Contra-Revolução fundar uma C.R. “terceira força”?

Príncipe de Metternich (1773-1859), estadista y diplomático austriaco. En el transcurso del siglo XIX, fue considerado un gran contrarrevolucionario por los revolucionarios. Él mismo negó esta idea, al final de su vida, cuando afirmó que había introducido en el Imperio la trilogía de la Revolución Francesa: libertad, igualdad, fraternidad. Los hechos lo confirmaron.

Todo lo que se ha dicho aquí apoya una observación de importancia práctica.

Los espíritus marcados por esta Revolución interior pueden quizás, por algún juego de circunstancias y coincidencias, como la educación en un ambiente fuertemente tradicionalista y moralizado, conservar una actitud contrarrevolucionaria en uno o muchos puntos 39 .

Sin embargo, el espíritu de la Revolución habrá quedado entronizado en la mentalidad de estos “semicontrarrevolucionarios”. Y en un pueblo donde la mayoría está en tal estado de ánimo, la Revolución será incontenible mientras esto no cambie.

Así, la unidad de la Revolución trae como contrapartida que el auténtico contrarrevolucionario sólo puede ser total.

En cuanto a los “semicontrarrevolucionarios” en cuyo alma comienza a vacilar el ídolo de la Revolución, la situación es algo diferente. Tratamos el asunto en la Parte II

Nota:

39) Cfr. Parte I – Cap. VI, 5, A.

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