LA SALETTE, LOURDES Y FÁTIMA

Plinio Corrêa de Oliveira “Santo del Día”, 18 de septiembre de 1965

El 19 de septiembre de 1846, la Virgen se apareció a dos pequeños pastores, Maximin Giraud y Melanie Calvat. “La bella dama“, como los niños la llamaban, apareció en una actitud de profunda tristeza pidiendo oraciones y penitencia para ayudarla a prevenir que el brazo de su hijo caiga sobre la humanidad por sus pecados. Nuestra Señora también reveló a los niños pastores un secreto. Como esta aparición tuvo lugar en el monte llamado La Salette, en la diócesis de Grenoble, Francia, una nueva advocación de Nuestra Señora pronto se extendió por todo el mundo.

Ha habido tres grandes apariciones de Nuestra Señora en los últimos 150 años: La Salette, Lourdes y Fátima. En todas ellas la Iglesia aceptó la autenticidad de las apariciones y las hizo suyas, haciendo fiestas especiales para conmemorarlas. En cada una de esas tres apariciones de Nuestra Señora dejó un secreto. En todos ellas, la Virgen se manifestó profundamente triste por el estado de la humanidad, y predijo un enorme castigo que vendría en el momento elegido.

Por tanto, en los últimos 150 años la Virgen ha adoptado una posición muy similar a la de los contra-revolucionarios. Todos ustedes saben que los miembros del Alto y Bajo Clero y muchos laicos católicos están muy contentos, que piensan que todo va bien.

Si usted les dice que se está preparando un castigo para la humanidad, ellos responden que esto es absurdo. Ellos afirman que la religión está experimentando un progreso extraordinario. Al lado de esas personas nosotros parecemos sombríos y tristes. Hacemos el papel de los hipocondríacos pesimistas que no encajan en la atmósfera alegre y despreocupada de nuestros días, en la que se difunden mensajes optimistas y positivos acerca de todo.

Nuestro papel es algo difícil, porque siempre es difícil predecir y anunciar castigos a una humanidad enfocada en el disfrute de la vida. No es de extrañar que muy poca gente esté dispuesta a creer y seguir nuestras perspectivas políticas y religiosas con respecto a eventos que manifiestan un creciente triunfo de la Revolución. Ellos no quieren oír hablar del gran castigo que Dios está preparando. Como Nuestra Señora misma trajo tres mensajes importantes que no fueron aceptados, no es de extrañar que nuestro apostolado también no sea bien recibido. Esto es característico de todas las épocas que toman el camino equivocado.

Cuando la gente oye a alguien decir que van por el mal camino, no le escucha. Ésta es la razón por la que vienen los grandes castigos. Si las personas escuchasen, y se convirtieran, el castigo sería evitado [N.R.: El ejemplo más característico fue el diluvio cuando todo el mundo se reía de Noé porque construía el arca esperando un gran castigo]. Es precisamente porque no abren sus almas al mensaje por lo que la catástrofe se hace inevitable. El hecho de que ellos no crean en los mensajes de la Virgen es la razón por la que dichos mensajes se hacen realidad.

Alguien podría objetar: Ciento cincuenta años ya han pasado y no ha pasado nada. Sostengo que estos mensajes se han empezado a cumplir al comenzar los grandes castigos. Nuestra Señora se apareció en La Salette en 1846; en 1870 comenzó la guerra Franco-Prusiana como resultado de la rivalidad entre Francia y Alemania. Esta rivalidad llegaría a su apogeo en 1914 y fue la causa más profunda de la Primera Guerra Mundial, así como de la Segunda Guerra Mundial. Las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial todavía no se han resuelto completamente y la perspectiva de una tercera guerra mundial se encuentra en el horizonte. Una posible tercera guerra mundial con su apocalipsis nuclear podría muy bien ser el comienzo del gran castigo predicho en La Salette y Fátima.

Así que debemos volvernos a la Virgen de La Salette en esta fecha y hacerle algunas peticiones. La primera petición es que mantenga firmemente en nuestras almas esta convicción de lo malo que es el tiempo actual, ye ponga en nuestro espíritu un repudio completo a los males de este tiempo. No nos permita ser personas “herejía blanca” [2], o personas optimistas, o tontas o tercera posición, que empiecen a decir: que no, que tiene algún lado bueno, etc., etc.

En segundo lugar, que nos dé una fe viva en la realidad de estos castigos en que la humanidad se merece cada vez más incurrir. Y, en tercer lugar, que nos prepare para, llegando la ocasión de estos castigos, que seamos aquellos que no sean castigados, sino que sean los que luchan por Su victoria y Gloria.

Al ver llorar a la Virgen en La Salette, Nuestra Señora de los Dolores, que ya no llora la crucifixión de su hijo, sino que llora la crucifixión de la Iglesia Católica, debemos tener una palabra de piedad a la Virgen, de respeto y reparación.

Que al menos seamos las almas fieles que no doblan sus rodillas frente a la impiedad triunfante, y que digan y sigan diciendo que el mal es el mal y que el bien es bien. Y que no pactan con esta monstruosa confusión que quiere imponerse como un elemento dominante de todo el universo. Es lo que debemos pedir a la Virgen de La Salette.


NOTAS:

[1] Excerpta de conferencia del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira a socios y cooperadores de la TFP del 18 de septiembre de 1965. Sin revisión del autor. Traducción y adaptación por  “Sociedad Ecuatoriana Tradición y Acción“.

[2] “Herejía blanca” – Expresión utilizada por el Prof. Plinio en el sentido de una actitud sentimental que se manifiesta sobre todo en cierto tipo de piedad edulcorada y una posición doctrinal relativista que busca justificarse bajo el pretexto de una pretendida ‘caridad’ hacia el próximo – cfr. “O Cruzado do século XX – Plinio Corrêa de Oliveira”, Roberto de Mattei, Ed. Civilização, Porto, 1998, tópico 7).

La Salette, Lourdes y Fátima

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