Para hacer un estudio sobre el indigenismo en Colombia, a partir de la Conquista, tenemos que considerar el importantísimo factor del arribo de los españoles a nuestras tierras acompañados de numerosos misioneros, los cuales se dedicaron con denodado empeño a la evangelización de la futura Nueva Granada. Verdaderos héroes como San Luis Beltrán, hoy patrono de Colombia, de quien más adelante haremos una breve reseña. Fueron casi tres siglos de época colonial, en la que aquellos que se convirtieron por causa de las misiones, fueron factor decisivo en la formación espiritual de nuestra católica patria.
Cuando llega la hora de las guerras revolucionarias de la independencia de España, es interesante observar como en medio de la evangelización de las diferentes etnias, se da el caso de la Wayu, en la cual se manifiestan dos tendencias contrarias. Una liderada por Miguel Gómez, realista, y la otra por el Cacique Canopán, de tendencia republicana. Es a partir de la influencia de este último, que una de las tribus Wayu fue adoptando principios contrarios a los aprendidos en las misiones, llegando a prevalecer hoy en día en ella, los hábitos de la brujería, la hechicería y las supersticiones.
De la fidelidad a las enseñanzas de las misiones, se ha generado en nuestro país todo un polo religioso mayoritario, que fluye desde la devoción a Nuestra Señora de la Conquista hasta la devoción y consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús. De otro lado, y en polo opuesto, se encuentra la tribu Wayu, con sus hábitos de magia, donde un presidente (Santos) de Colombia, como primer acto de su gobierno, fue para consagrar Colombia a los espíritus protectores de la tribu, por intermedio de los renegados chamanes, en medio de ceremoniales de la brujería Wayu.
En otra zona de Colombia, cerca de los límites con Ecuador en el departamento de Nariño, y del Santuario de Nuestra Señora de las Lajas, surgió un líder indígena ejemplar, José Agustín Agualongo , valeroso caudillo, quien luchó con sus aborígenes ofreciendo su lealtad a la religión, a Dios y al Rey, a quienes había jurado fidelidad. Precisamente hace 200 años, con el martirio de este héroe sin tacha ni reproche, general de las tropas del Rey, fusilado en la ciudad de Popayán, terminaron esas guerras que fueron consideradas como la Vendee latinoamericana.
Ha sido en esta ciudad justamente, donde han permanecido los indios más radicalmente enemigos de la Fe, quienes han permitido que todo el sur del país se convierta en escenario de las atrocidades cometidas por la narcoguerrilla. Quisieron ellos también avasallar a los grupos de indígenas que han permanecido fieles a la doctrina católica, los cuales sin embargo, los han enfrentado y expulsado de sus territorios valiéndose apenas de hachas, flechas y armas menores.
A inicios de abril de este año de 2019, estos indios extremistas de izquierda, arrastrados por la ideología comunista, y amparados por los seguidores de la guerrilla, paralizaron el sudoeste colombiano durante casi dos meses, haciendo exigencias que fueron calificadas de extorsivas y de un auténtico chantaje a la sociedad. Bloquearon las vías de acceso al centro del país, provocando gravísimas pérdidas económicas.
En cinco departamentos del país la incertidumbre y la zozobra se enseñorearon de esas regiones, en grado peor aún que el de años anteriores, a causa de las exigencias imposibles de cumplir formuladas por esos indígenas subversivos, quienes a su vez fueron apoyados por políticos y religiosos comunistas, de entre los más extremistas y radicales del país. Quedó demostrado también cómo la debilidad del gobierno y de la Jerarquía católica, se ha convertido en factor de protección e impulso de esas absurdas reivindicaciones indígenas.
Volviendo a la época colonial, en el centro del país, hubo ejemplos notables de espíritu católico, de entre los cuales merecen ser recordados los caciques Sogamuxi y Monguí, quienes atravesaron el océano con ofrendas para rendir homenaje a su Rey y Señor, por lo cual el monarca les regaló dos imágenes que de forma milagrosa se intercambiaban entre la población de Sogamoso y la de Monguí. En esta ciudad el Rey Don Felipe II mandó construir un templo y un monasterio similar al del Escorial en España, del cual surgieron numerosos y emprendedores misioneros. Quedaron también como testimonio de ese espíritu católico las veneradas imágenes de la Virgen del Rosario en Monguí y la imagen de San Martín de Tours en Sogamoso.
Todos estos actos de virtud y recompensas celestes son una muestra de cómo la gracia santificante actúa en las almas a través del bautismo y conversión a la Iglesia Católica. No sería legítimo concebir una evangelización ni unas misiones, que no tuvieran como objetivo principal dicha conversión. Lo contrario sería dejar sumergidas en la monstruosidad de los errores y absurdos del paganismo y la barbarie, las almas de esos pobres silvícolas llamados desde siempre a servir y amar al Dios verdadero.
Con la lectura de este estudio proféticamente elaborado por Plinio Corrêa de Oliveira, pudimos ver claramente, como desde hace ya medio siglo atrás, los Teólogos de la Liberación y obispos misioneros modernistas, tenían claramente elaboradas las doctrinas que autodemolerían la enseñanza tradicional de nuestra Santa Iglesia, y la devastación doctrinaria que ellas causaron con su implementación en las selvas de Brasil. Y podemos ver también cómo hoy, las previsiones levantadas por el autor en aquel entonces, se están realizando plenamente, al poderse comprobar que esas mismas doctrinas deletéreas están formando parte esencial de los documentos preparatorios para el próximo Sínodo del Amazonas a realizarse en el Vaticano en Octubre próximo, convocado por Francisco I.
Por la Fundación Plinio Corrêa de Oliveira
Bogotá, en el día de Nuestra Señora de Chiquinquirá de 2019
Julio Enrique Hurtado Correa