¡Con Nuestros Hijos, NO!

Centro en Defensa de la Familia

¡Con Nuestros Hijos, NO!

Ante la disolución moral de nuestro país, proclama la verdad entera

Apelo al Señor Presidente de la República y a nuestras clases dirigentes

La población colombiana, representada por aquellos que no son directamente protagonistas en los sucesos y graves desórdenes con los cuales es agredido nuestro país, presencia asombrada sin saber ni entender cuáles son los propósitos, a unas manifestaciones que son dirigidas por agentes del caos, los cuales saben promoverlo para después tomar provecho de éste y lograr sus siniestros objetivos. Se hace indispensable volverlos claros como la única solución posible. 

Tantos desordenes, es de reconocer muy bien orquestados, provienen del comunismo internacional, que ahora se hace radical desde la Habana, Moscú, la China con la Revolución de Mao, la continuidad de la Revolución de la Sorbona desde hace medio siglo y también el que sometió a Vietnam y Camboya, en tiempos no tan lejanos y que parecen olvidarse. Más actualmente proviene del vecino y martirizado país de Venezuela, de Nicaragua y también del Medio Oriente. 

Muchos y dentro de ellos, el Gobierno nacional, amplios sectores políticos y empresariales, quieren ver y mostrar que las pretensiones de los revoltosos y de ellos mismos,  en su calidad de dirigentes que se prestan a ello, es hacer dentro del edificio de nuestro país unas reformas aquí, otras reformas allá, en los diferentes medios de producción, educativos y de salud, sin que se vea con claridad dentro de la polvareda ocasionada, hasta dónde se tocan las estructuras básicas y los cimientos sobre los cuales se construyó la nación colombiana y que aún la mantienen en pié. Durante años que fueron críticos, la presente denuncia también fue hecha entre 1975 y 1991, por unas entidades hasta ese entonces reconocidas como defensoras de los principios básicos de la Civilización Occidental y Cristiana. (“Hacia dónde va Colombia”, diciembre de 1975) 

Desde entonces, ya dirigentes y políticos, renunciaban dando la espalda al país verdadero, a los principios que conformaron a Colombia como nación católica. 

Sin principios morales nunca se obtendrá solución alguna, pues Colombia sería un espejo de Camboya sumergida en ruinas, no solo por la pasividad que nos caracteriza, pero sobre todo por la complicidad cada vez más notoria de la clase dirigente.

Es así, que en medio de semejante polvareda y algarabía revolucionaria, quienes están llamados a dar claridad en medio de la confusión y luz en medio de las tinieblas, hacen más bien parte del bullicio general. Constatamos que quienes traen más desasosiego y aturdimiento colectivo provienen de la clase dirigente y más desolador aún de los pastores que no guían a su rebaño y por el contrario lo lanzan a la dispersión. 

Es de lamentar que sean ellos los que han contribuido decisivamente con el paso del tiempo a terminar con las procesiones pidiendo la intercesión de la Santísima Virgen y ahora no convocan a realizarlas en estos trágicos episodios, ni hacen llamados a vigilias de oración y menos a penitencias reparadoras ante la anarquía que ataca y el lobo rojo que enviste.

Al contrario, multiplican los llamados a las marchas “pero sin excesos”, dicen ellos. ¿Qué más grave exceso que opacar los principios y las leyes instituidas, tanto de derecho natural como de derecho positivo y querer cambiarlas? 

La anarquía así creada que no beneficia a nadie y es fuente de desgracia para todos, resulta que obtiene muchos apoyos inesperados y una capacidad de organización que a alguien tiene que favorecer. Surge entonces la pregunta: ¿Este caos trae el beneficio de quiénes?

Poco a poco se va conociendo que esa embestida del caos, tiene como propósito la desarticulación moral y como objetivo la disolución de la familia y de todas las tradiciones que nos caracterizaron en un pasado reciente como la nación más católica de todo el Occidente Cristiano.

No hay factores que destruyan más a una nación, como son: el aborto, la eutanasia, el divorcio y la drogadicción. Es aquí donde nos vemos en la obligación de hacer un llamado a todas las fuerzas vivas de nuestro país, que se encuentran en medio de ésta polvareda causada por anarquistas acaudillados, a no seguir la confusión, ni ser cómplices, ni asistir impasibles ante ello.

Lo más nefasto de todos estos proyectos es que desean hacer pasar inadvertidamente, en medio de marchas dirigidas y celebraciones de fin de año, las leyes y reglamentos que quieren imponer terminando con la vida de los inocentes niños por nacer y las pérfidas agresiones que de tiempo atrás se vienen orquestando contra la institución de la familia. 

Una Corte Constitucional sin Dios ni Ley –porque ellos pretenden serlo– quiere desde las ruinas morales construir un nuevo edifico jurídico, a la manera de una Torre de Babel para nuestros días, hacia una camboyización completa de nuestro país.   

La vida es una realidad biológica y espiritual anterior a toda doctrina del derecho, hoy la colocan primero en manos del Congreso, después de la Corte Constitucional y finalmente del Ejecutivo, que ahora, por medio de un Ministerio y de una simple resolución llegan al extremo de conceptuar, que el no nacido no es persona sino una cosa.

Tal monstruosidad que convierte a Colombia en el único país del mundo que le niega la categoría de persona al no nacido y lo considera un objeto, extrapola la obligación del estado que impone la defensa de la vida. El anterior malabarismo jurídico abre la puerta a otros atentados contra la vida, como la posible reglamentación de la eutanasia en un futuro próximo, por orden de la Corte Constitucional al Ministerio de Salud, para eliminar las personas mayores que son consideradas como indeseables por no producir más o por ser fuente de cruces y sufrimientos.

En otras ocasiones entidades como la nuestra, dedicadas al análisis de la destrucción de la Civilización Cristiana en nuestro país, a la luz del profético estudio del profesor Plinio Correa de Oliveira “Revolución y Contra Revolución”, han manifestado sus preocupaciones ante el rumbo suicida de quienes nos deberían dirigir a puerto seguro. Recordemos las graves obligaciones que tienen aquellos que gobiernan, de buscar el bien común y de no claudicar ante el caos organizado, como ha venido sucediendo, tanto en lo civil como en lo religioso, recordando la ineludible sentencia de las Sagradas Escrituras, cuando afirman: “Dios se os mostrará poderosa y repentinamente pues los que ejercen potestad sobre otros, serán juzgados con extremo rigor” (Sab 6, 6-7) “Dos Grandes Reformas dos Grandes amenazas”, febrero de 1972.

Apelamos entonces a la intervención formal del Congreso y en primera instancia al Señor Presidente Iván Duque Márquez para abstenerse de promulgar esa norma que favorece la implementación del aborto. Ante Dios y ante la historia (y según su propio juramento) no puede lanzar a nuestras familias, ni a nuestros hijos en el desastre de la inmoralidad completa y la disolución maoísta de nuestro país con esas leyes. 

Pedimos a todos los católicos que acudan a los santuarios marianos de Colombia, especialmente el de Nuestra Señora de Chiquinquirá, como patrona de la Nación, en actos de súplica y reparación para obtener luces de protección en medio del sombrío futuro que nos espera. Confiemos en la protección de la Santísima Virgen para defender nuestro país y nuestras familias, para que Ella nos guíe en esta hora decisiva.

Bogotá DC. 12 de diciembre de 2019, día de Nuestra Señora de Guadalupe.

¡Con Nuestros Hijos, NO!

Para adherir a esta Campaña del Centro en Defensa de la Familia

Carrera 4 No 58-23 – Teléfono: +57 323 2877520

Dirección Web: www.sanelias.org

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