Mas que noche de las velitas hoy 7 de diciembre se trata de la alegría en todo el mundo católico, en especial hispánico y con particularidad en Colombia, que con pólvora, hogueras, luces y banderas festejan la luz que trajo al mundo la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción.
Saeta
El milagro de Empel
Para el año de 1854 en que el papa Pio IX proclamó como dogma la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, la devoción en España a la Inmaculada estaba fuertemente arraiga, cientos de parroquias en el viejo y en el nuevo mundo erguidas en su honor, muchas órdenes y cofradías bajo su patronazgo.
España contribuyó de un modo innegable en la defensa del dogma de la Inmaculada concepción. Devoción y defensa del misterio que luego se reconoció como dogma, por lo cual en la liturgia los países hispánicos tienen el privilegio de usar la casulla azul en ciertas festividades marianas.
Los reyes españoles han invocado su protección desde el siglo VII cuando el rey visigodo Wamba era nombrado porsus obispos “defensor de la purísima concepción de la Virgen”, después de él fueron muchos piadosos reyes que la tenían en sus estandartes de guerra: Fernando III el santo, Jaime I el conquistador, Carlos I, su hijo Felipe II, Carlos IIIy muchos otros. Pero si es cierta aquella promesa de la Virgen de cuidar su honor que ella cuidara de nosotros no hay mejor ejemplo que la batalla ganada en su día en 1585.
Fue en una provincia en Flandes, los católicos de la región se encontraban asediados por los rebeldes protestantes, pedían auxilio a su majestad Felipe II quien envió a la ciudad de Bolduque al Tercio Viejo de Zamora con 5000 soldados de infantería bajo las órdenes del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla.
Los Tercios españoles fueron rodeados antes de llegar a Bolduque en la Isla de Bomel (formada entre dos ríos, el Mosa y el Waal) por la flota del almirante Holak, quien tenía superioridad numérica, 10 navíos con pesadas piezas de artillería. Después de una semana de asedio, el tercio estaba sin provisiones, con la mayoría de la pólvora mojada, rodeados y sin esperanza de que les llegaran refuerzos. El rebelde holandés les propuso una rendición honrosa pero los españoles contestaron: “ya hablaremos de capitulación después de muertos”.
Los soldados se atrincheraron en el pequeño monte mientras la flota holandesa los bombardeaba con su artillería, mosquetes y arcabuces. El almirante Holak queriendo exterminar a los españoles ordeno que se abrieran los diques del rio Mosa para anegar todo el campamento enemigo. Efectivamente el campamento español fue inundado, y los soldados españoles huían a la parte alta del monte de Empeldonde apenas cabían.
Fue en este escenario, trágico y sin esperanzas para los españoles cuando la Santísima Virgen apareció para auxiliar a sus hijos. Un soldado del Tercio estaba cavando una trinchera, algunos creen que su propia tumba cuando encontró un cuadro en madera de la Inmaculada Concepción. Era de colores tan vivos que parecía que estuviese recién hecha. ¡Hermosa coincidencia! En la víspera de la Inmaculada Concepción se aparecía Nuestra Señora a los españoles para decirles que tuvieran confianza en su hijo, y ella los haría ver un nuevo día.
Toman los tercios la Imagen como el mayor de los tesoros, la ponen en una tienda improvisada donde llega el comandante Francisco de Bobadilla y a donde acudían todos los devotos soldados. El Maestre Bobadilla ordena que se realice una procesión a nuestra señora y que los soldados le presente armas, El padre Fray García de Santiesteban ordena que se le cante una Salve mientras el comandante se reúne con los oficiales de la tropa.
Algunos de los oficiales de la tropa derrotados en su entendimiento proponían que se mataran los unos a los otros para no caer bajo el acero holandés. Bobadilla, gran militar y gran creyente transmite la serenidad y la confianza en la providencia a sus súbditos. Han sido fieles católicos, luchan por la fe y del cielo les ha llegado un auxilio.
“Soldados, El hambre y el frío nos llevan a la derrota, pero la Virgen Inmaculada viene a salvarnos. ¿Queréis que se quemen las banderas, que se inutilice la artillería y que abordemos esta noche las galeras enemigas?”
¡Si queremos! Contestan los soldados.
Antes del amanecer del domingo 8 de diciembre los soldados del tercio español embarcaban en las pequeñas barcazas que tenían para atacar los navíos holandeses pero milagrosamente un viento gélido que venía del norte congeló las aguas del rio Mosa y las congeló de tal manera que era seguro caminar sobre él y arrastrar las pesadas piezas de artillería. Los barcos holandeses encallaron en el hielo y los españoles cargaron con el ánimo recobrado. Antes que los holandeses se dieran cuenta tenían a los soldados del tercio español abordando sus naves, los que pudieron huyeron de los barcos a una fortaleza ubicada al otro lado del rio. Al amanecer del día 8 ya habían rodeado a los holandeses y antes de terminar el lunes 9 de diciembre el tercio viejo de Zamora obtuvo la victoria.
Los españoles acudieron en auxilio de los católicos y la Inmaculada acudió en auxilio de sus buenos soldados. Que gran día para recordar la fuerza del auxilio de la Virgen. Seamos como esos españoles que al ver la señal del cielo confían en su gran Señora y cumplen la misión encomendada. Dan gracias a Dios por tan noble Madre y le piden el milagro. Un milagro sin igual, y para que no quede duda, desde ese año, 1585, nunca más se volvieron a congelar las aguas del Rio Mosa.
Así se demuestra el gobierno de Nuestra Señora, un milagro sobre sus hijos, tan evidente que el mismo almirante Holakdecía: “Tal parece que Dios es Español”, la Virgen gobiernasobre sus hijos, sobre los que la odian y sobre la naturaleza, si tanta preocupación hay en el mundo por el clima, debemosser buenos cristianos, cumplir la misión de salvar almas y pedir el amparo de Nuestra Señora, que si la Virgen ha querido congelar un río no le quedará difícil enfriar un grado el planeta.
En esta festividad de la Inmaculada recordemos que no fueron las picas, ni los cañones, ni la pólvora fue un cuadro de la virgen el que obró la victoria. Fue la recompensa de tantos siglos defendiendo el misterio, fue en la guerra contra los protestantes que atacaban la dignidad de Nuestra Señora. Escenario de ayer y de hoy, donde se puede obtener la victoria.