Tribalismo Indígena ideal comuno-misionero para el Brasil del Siglo XXI
Comienza a prepararse el Sínodo de la Amazonía que se realizará por convocatoria del Papa Francisco para el mes de octubre. Ya Plinio Correa en el libro que está en imprenta en castellano había previsto que el tema del indigenismo y de las misiones tendría lugar en el siglo 21. Hace 50 años ya enunciaba los principios y la argumentación de religiosos de avanzada en Brasil.
P R Ó L O G O
Estimado lector,
El libro que tiene entre manos será cada vez más apasionante e interesante a medida que avancen los días. Él aborda un futuro que entra en el presente y lo afecta de lleno. Un diluvio de desórdenes parece sumergir la sociedad y la Iglesia. Dios nos protegerá y la Santísima Virgen nos salvará como verdadero auxilio de los cristianos que es.
Pero hay quien no piensa así y prepara una sorpresa. Se habla ahora de un Sínodo Pan-Amazónico para fundar una iglesia organizada como una tribu. Ella serviría de modelo no solo para la inmensa región amazónica sino también a todo el mundo, por ejemplo, en América Central y África.
En ambientes restringidos de templos, pero también en grandes medios de comunicación algunos proponen abandonar la vida ordenada en sociedad y en religión. Más increíble aún, trabajan para que nuestros países imiten la vida tribal como si fuese un idílico refugio ecológico y moral. No parece posible, pero trabajan para eso mientras nosotros velamos para restaurar toda hora lo que está cayendo y mejorar lo que tenemos.
Parece una pesadilla de ideólogos ebrios de un falso concepto de la religión y de un comunismo irrealizable. Entretanto, sus voces se multiplican, especialmente en los ambientes eclesiásticos y en las ONGs ambientalistas más radicales apoyadas por grandes organismos internacionales. No es el sueño para un futuro al cual nunca llegaremos, mas es una propuesta que está siendo articulada para ya.
Esas organizaciones substraerían ese inmenso territorio de 6,7 millones de km2 (bioma), que pertenece a nueve naciones soberanas para gobernarlo según normas e instituciones utópicas que pueden aparecen extravagantes sino aberrantes si no hubiese una poderosa articulación internacional por detrás sustentándolas.
Un folleto difundido desde altas esferas episcopales, por ejemplo, propone esa quimera que parecería emergida en mentes alteradas por algún alucinógeno indígena:
“Desde 1492, la Amazonía, como todas las tierras americanas, fue invadida por España y Portugal. Muchos representantes de la Iglesia fueron cómplices de este holocausto”.
Así reza la versión que está siendo popularizada del Documento Preparatorio del próximo Sínodo sobre la Amazonía que se realizará en el Vaticano en octubre de este año 2019.
El folleto está siendo distribuido en Colombia y Ecuador por el máximo organismo promotor del evento: la Red Eclesial Pan-amazônica – REPAM, integrado por los obispos de los nueve países que ejercen soberanía sobre esa región geográfica. El presidente del REPAM es el cardenal brasileño Claudio Hummes, nombrado por el Papa Francisco I.
El Sumo Pontífice quiso empeñarse por anticipado celebrando de modo simbólico pero eficaz la primera reunión de ese Sínodo en Puerto Maldonado, Perú, el día 19 de enero de 2018 en un ambiente selvático con destacada representación de indígenas.
¿“Invasión”? ¿“Holocausto”? ¿“Representantes de la Iglesia cómplices?”: esos términos no son justos ni ponderados para calificar la benemérita obra de evangelización que incontables misioneros católicos realizaron pagando con sus vidas, sufriendo toda especie de carencias y enfermedades a lo largo de siglos. (ver apéndice)
Como la buena madre que da a luz en el dolor, ellos dieron a la luz al Virreinato del Nuevo Reino de Granada (Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá) nuestras patrias para la Fe y la civilización, y las impulsaron a proyectarse cada vez más en la Historia al servicio de la Iglesia y de la Civilización Cristiana.
¿Puede decirse eso sin atropellar la justicia histórica más elemental debida a los conquistadores y colonizadores que instalaron en nuestro suelo la más noble de las culturas, la católica? ¿Estaremos delirando o confundiendo el folleto de la REPAM con un viejo panfleto de la propaganda soviética o castro-comunista?
No. Y si duda cupiese, el folleto prosigue: “Desde la conquista, el inmenso territorio amazónico fue parte de la explotación colonial y después fue repartido entre los estados nacionales. Hoy sigue siendo víctima de un neocolonialismo feroz, enmascarado de progreso”. Quienes son los culpables de ese “neocolonialismo feroz”, ¿“explotador” que desgarró cruelmente la Amazonía? El mismo folleto nos responde con claridad: ¡son los “estados nacionales”! En términos claros, nuestra Colombia, nuestro Ecuador, Panamá, Venezuela ¡están en la lista de los peores criminales!
Porque la Amazonía colombiana integra felizmente el país constituyendo el 42% del territorio nacional (483.119 km2) . Si casi mitad del territorio colombiano fue injustamente “invadido”, sometido a un “holocausto” y hoy sobrevive “víctima de un neocolonialismo feroz”, pues parece que la conclusión se impone: debe ser arrancada de los sicarios que son los colombianos de bien.
Y lo mismo se aplica al Ecuador. La Amazonía ecuatoriana abarca proporciones semejantes: 43% de la superficie nacional, cerca de 120.000 km2. También le debería ser arrancada esa parte colosal para fundirla en la única y nueva unidad que se está soñando.
“Habitamos la Amazonía desde hace miles de años”, prosigue el documento preparatorio del Sínodo de la Amazonía. “(…) Después, perseguidos para esclavizarnos, nos refugiamos en el interior de la selva” agrega fantasiosa mas subversivamente el panfleto. “El Sínodo debe responder a las situaciones de injusticia en la región, como el neocolonialismo de las industrias extractivistas, los proyectos de infraestructura que dañan la biodiversidad y la imposición de modelos culturales y económicos ajenos a la vida de los pueblos”, son algunas otras conclusiones del folleto del REPAM. Afirmaciones que se asemejan a las mostradas en este libro por el autor hace décadas.
También la propia Iglesia debe ser reformada a fondo para encajarse en ese esquema. Porque también es acusada de crímenes contra los indios y contra la ecología. Dice el documento del REPAM: “revisar contenidos, métodos y actitudes (…) identificar el tipo de ministerio conferido a las mujeres (…) promover el sacerdocio indígena”. En breve: invertir sus sacrosantas doctrinas, su elevada pastoral, admitir xamanes-sacerdotes y quizá curanderas-sacerdotisas.
Esta propuesta parece increíble, pero no es nueva. Es acariciada hace mucho en los antros de la subversión, desde que sacerdotes guerrilleros como Camilo Torres tomaron las armas. Numerosos obispos brasileños hablaron de un proyecto desarrollado clandestinamente en el fin del Concilio Vaticano II: el llamado “Pacto de las Catacumbas”.
La utopía de una iglesia reducida a una comunidad tribal que subsiste sin propiedad privada, sin familia establecida y sin las tradiciones de dos mil años de Civilización Cristiana, corroe la vida de la Iglesia hace décadas. Pero no era llevada en serio puesta su extrema inplausibilidad. Parecía un devaneo más de filósofos extranjeros, de sociólogos estructuralistas y de teólogos evolucionistas que enseñan en universidades internacionales y frecuentan caros congresos planetarios.
Sin embargo, Plinio Correa de Oliveira, autor de este libro y profesor de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad Católica de San Pablo, desvendó ese plan acobijado en sacristías y cátedras eclesiásticas del siglo XX. Él previó que intentarían aplicarlo en el siglo XXI. De allí el título de este libro-denuncia de sonoridad profética: “Tribalismo Indígena, ideal comuno-misionero para el Brasil del siglo XXI”.
Estimado lector: Ud. tiene en manos un texto que lo pondrá al tanto de lo que se está preparando para la Amazonía, y que le dará un recurso esclarecedor y salvador para el rumbo de la patria, de la Iglesia y del orden cristiano.
No deje pasar la oportunidad, su futuro, el de su familia, el de nuestra propia patria están en juego.