Máscara que cae y denuncia que se confirma

“CATOLICISMO” Nº 528 – Diciembre de 1994

La Habana, Cuba

Silencio de los progresistas respecto de la reciente y dramática fuga de los “balseros” cubanos: test gravemente comprometedor.

La ausencia absoluta de indignación y compasión de los progresistas ante la tragedia que se abatió sobre el pueblo cubano, puesta en evidencia una vez más a los ojos del mundo con la fuga de decenas de millares de “balseros” de la Isla-Prisión en 1994, nos sugirió transcribir algunos trechos de un artículo-test publicado en 1970 por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira.

Actualizamos aquí los datos presentados en el referido artículo, aplicándoles los comentarios que él formuló en la ocasión.

Fugas masivas del hambre, de la miseria y de la opresión

En abril de 1980, más de 10 mil cubanos invadieron la Embajada de Perú en La Habana: ellos huían de la miseria e intentaban obtener la libertad;

Entre abril y noviembre del mismo año, 125 mil escaparon por el puerto de Mariel, rumbo a los Estados Unidos [1];

Enfrentando el mal tiempo y el mar agitado, infestado por tiburones, más de 36 mil “balseros” cubanos fueron rescatados por la guardia costera norteamericana, desde enero hasta el 13 de septiembre de 1994;

De los evadidos, 26 mil están acampados en la base americana de Guantánamo [2]

“Opción preferencial” ¿por los miserables? O… ¿por la miseria?

Debido a su dramatismo, los hechos arriba mencionados están, seguramente, presentes en la memoria de muchos lectores.

Apliquemos a ellos el juicio que, en 1970, a propósito de los progresistas, pronunciaba Plinio Corrêa de Oliveira, basado en hechos que tenían la misma raíz, o sea, la miseria fruto del socialismo, que ya entonces atormentaba al pueblo cubano.

“Recapitulo aquí todo esto —afirmaba él—  no para  refrescarles la memoria o para analizar lo ocurrido, sino  para invitarlos a hacer un test.

“El test consiste en lo siguiente. Ponga mi lector bajo los ojos de un progresista el cuadro de la realidad cubana, que acabo de trazar. En seguida pregúntele qué piensa al respecto. Por la respuesta, mi lector quedará sabiendo lo que, por su parte, debe pensar del progresista.

“Es fácil concebir el interés de tal investigación. En efecto, en la figura que todo progresista proyecta de sí mismo, la nota tónica es la compasión por los pobres, explotados por un sistema y una clase a quien él culpa por todas las injusticias posibles e imaginables. En consecuencia, el progresista quiere demoler tanto el sistema cuanto la clase, para restablecer la justicia y obtener remedio para la miseria de los pobres”.

Y prosigue: “Quien, por pena de los pobres, quiere arrasar el actual régimen socio-económico [brasileño], debería estar dispuesto a arrasar cualquier otro régimen que cree y multiplique la pobreza. Pues si la existencia de pobreza es la razón por la cual los progresistas odian nuestro régimen, deben odiar cualquier otro régimen que también favorezca la  pobreza.

“Entonces, lector o amable lectora, si el  progresista a quien le fuere  mostrado este artículo, leyendo el fracaso de Fidel, se llena de indignación, y propone contra él y su sistema todas las medidas que pone en acción contra nuestro actual régimen, ese progresista realmente desea el alivio de los pobres. Si el progresista no se indigna contra Fidel exactamente como contra nuestro régimen, entonces la conclusión es clara: el alivio a los pobres no es para él una meta. Es un pretexto”.

Y refiriéndose a un llamado público que 300 católicos argentinos hicieron a sus Prelados, pidiéndoles que, abandonando omisiones y tergiversaciones inexplicables, se pronunciaran sobre el clero terrorista adepto del llamado Tercer Mundo, Plinio Corrêa de Oliveira concluía:

“Por encima de las distancias geográficas, mando a esos valerosos hermanos en la Fe y en la sangre ibérica, un consejo. Digan a sus obispos que, si tienen alguna duda sobre los móviles profundos de los progresistasque se multiplican en sus sacristías, que examinen la posición de ellos con relación a Fidel Castro, ese siniestro fabricante de pobreza en la isla de Cuba. Los que, leyendo la lista de los maleficios de Fidel, afilaren las garras contra éste, talvez sean recuperables, pues los mueve un sentimiento de origen cristiano. Los otros —duele decirlo— ya pasaron el  meridiano más allá del cual la conversión, habitualmente, es sólo un raro milagro de la gracia. …

“¿Quién hasta ahora, en los medios progresistas, atacó a Castro por la multiplicación de la pobreza en Cuba?Preste atención el lector para tantos silencios untuosos  y contrahechos y concluya ….

Mons. Helder Cámara, por ejemplo, siempre tan locuaz, ¿por qué no dice nada?” [3].

Mons. Helder Cámara

A pesar de la publicación de este artículo-denuncia, muchos religiosos continuaron callados sobre el tema de la miseria en Cuba. Y otros hasta lo abordaron de modo escandaloso, dando apoyo al jefe comunista de La Habana y a su injusto  régimen. Con esto, dejaron claro que la ‘opción preferencial por los pobres’ es para ellos un mero pretextopara difamar el régimen vigente en nuestros países, basado en la propiedad privada y en la libre iniciativa.

“Queridísimo Fidel”, “pasión por la libertad” y admiración por el “ideal revolucionario”

A título de ejemplo de lo que se afirmó más arriba, es oportuno recordar algunos hechos:

a) Con ocasión del trigésimo aniversario de la Revolución Cubana, el entonces Cardenal Arzobispo de São Paulo, Mons. Paulo Evaristo Arns, envió una carta a Fidel Castro, tratándolo de “queridísimo Fidel”, y afirmando a cierta altura: “Todos nosotros sabemos con cuánto heroísmo y sacrificio el pueblo de su país logró resistir las agresiones externas y el inmenso desafío de erradicar la miseria,el analfabetismo y los problemas sociales crónicos” [4].

b) El Cardenal Roger Etchegaray, Presidente de la Pontificia Comisión Justicia y Paz, al entrevistarse con Castro en Cuba, comentó que había sido “una entrevista muy cordial, de hombre a hombre, sin rodeos. Nosotros compartimos la misma pasión por el hombre, por su dignidad, por su libertad” [5].

c) Poco después de que el director del Secretariado de la Conferencia Episcopal Cubana (CEC), Mons. Carlos Manuel de Céspedes, declaró que admiraba la energía, la tenacidad con que [Castro] se consagra al ideal (!) revolucionario” [6], el Documento final del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), realizado en la capital de aquel país, en 1986, afirmaba que la sociedad marxista “ha realizado serios esfuerzos para promover los derechos esenciales” [7].

d) Según Fray Betto, “la Iglesia de Cuba vive ahora un nuevo Pentecostés”. [8]      

Juicio de un infeliz itinerario

Actuando de este modo, los progresistas de hoy van confirmando las acertadas denuncias que, desde los años 30 y 40, Plinio Corrêa de Oliveira hacía sobre los precursores directos de ellos, especialmente en su profético libro En Defensa de la Acción Católica.

Tales denuncias señalaban las tendencias de abertura al mundo revolucionario —que comenzaban a manifestarse en los medios católicos llamados ‘reformadores’— como contrarias a la doctrina de la Iglesia.

Así, en ese infeliz itinerario, los actuales representantes del progresismo van acabando de quitarse sus máscaras, sobre todo la de ‘defensores de los pobres’. Máscaras éstas que tantas ventajas trajeron para el comunismo en todo el mundo.


[1] The Children of Mariel, Helga Silva,The Cuban American National Foundation, Washington, 1985.

[2] O Estado de S. Paulo, 13-9-94.

 [3] Folha de S. Paulo, 9-8-70. Para 300 argentinos… e milhões de brasileiros.

 [4] Granma, La Habana, 6-1-89.

[5] La Croix, Paris, 3-1-89.

[6] O Estado de S. Paulo, 28-1-85.

[7] Encuentro Nacional Eclesial Cubano — Documento final e Instrucción de los Obispos de Cuba, Tipografia Don Bosco, Roma, 1ª ed., p. 60.

[8] Fidel y la Religión, Editorial la Oveja Negra, Bogotá, 1986. 


Fuente: www.pliniocorreadeoliveira.info

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